Un nacimiento es de fuego, fauces abiertas, mar embravecido y calmo, reunión de la naturaleza. La fuerza y la fe son en este libro un legado invisible, que vive en todas las cosas.
Como si fueran notas que se escriben para sobrevivir en un planeta desconocido, Cecilia tantea, en la oscuridad, la tecla que prende la luz en medio de la noche: dónde está mi mamá, qué se hace con la tristeza, quién escribe y quién soy ahora. Quizás la pregunta mayor, que comienza con el embarazo y después se continúa en “el infinito de la vida juntos”.
Cecilia escribe hasta tocar ese espacio fundante de un nacimiento compartido. Su hijo llega al mundo y ahí mismo ella también. Y ya no hay pérdida. Llegar a la casa con el hijo es abrir la puerta de entrada a lo nuevo. Ahora la madre, el padre y el hijo forman una tríada preciada. Las piezas van a construir el cuidado necesario para habitarse, van a darse a luz. Luz en la casa, luz en la escritura.
Este libro es una escollera; los caracoles brillantes en la orilla están acá, son nuestros. Natalia Romero
A esta hora de la noche
Cecilia Fanti
Rosa Iceberg