El inusual torrente de textos que componen Caja continua de voces I lejos está de ser una magnética colección de misceláneas como puede parecer en una rápida y descuidada lectura. Antes bien se trata de un programa que intenta desmontar tanto los mecanismos de la creación como los de la crítica literaria. La geometría formada por los movimientos aéreos de un caballo de ajedrez, o un conjunto de fotografías titulado Superficies de contacto, son posibles cifras de su principio ordenador. Ensayos, diarios de viaje, reflexiones, epigramas, poesía visual, listas, notas, paradojas, compilaciones, críticas, cuentos, esbozos, traducciones, palíndromos, son los ladrillos con los que, a la manera de cierta enciclopedia china, se construye una suerte de epistemología de la restricción y de lo inusual. Un collar donde no hay dos perlas que sean iguales: la apuesta, claro, está centrada en el hilo que las une. Se tiene la impresión de que al autor, dueño de una mirada lúdica, penetrante, preocupada por la dimensión poética de las formas puras del lenguaje, no hay absolutamente nada que le sea ajeno.
Caja continua de voces I
Pablo Martín Ruiz
Tenemos Las Máquinas